En este final de curso tan especial, la escuela de Sada nos ha escrito una carta preciosa. Es tan bonita que la vamos a poner aquí entera
Sada a 27 de Junio de 2020
Hola:
Todos vosotros ya me conocéis. Soy yo, la escuela rural de Sada. Hoy es un día muy especial para mí. Hoy se cierran mis puertas como escuela y un pedacito de mi querido pueblo se apaga.
Puede ser un día triste para muchos de vosotros, pero para mí es un día de orgullo. ¡He resistido hasta aquí! Y todo, gracias a vosotros, que lleváis muchos, muchos años peleando por mí y peleando por este pueblo. Habéis luchado contra viento y marea por nosotros y sobre todo en los últimos años, os habéis convertido en Quijotes, peleando contra auténticos molinos.
Me siento orgullosa de todos vosotros; de los que habéis sido mis alumnos, de los que habéis sido mis profesores y también de los que habéis venido a este pueblo desde fuera, os enamorasteis de él, de sus gentes, de mí…y os quedasteis para siempre.
Os conozco desde pequeñitos. Mis queridos alumnos, que ahora sois abuelos, abuelas, madres, padres, niñas, niños… todos vosotros buenas personas y bien educados, llevando por el mundo con orgullo mi nombre. ¡Yo estudié en la escuela de Sada!
Mis queridos alumnos. La vida os ha llevado a muchos fuera de aquí y se perfectamente que en aquel momento se os rompió un pedacito del alma. Estad tranquilos. Vosotros también nos habéis ayudado; viniendo semana tras semana para dar vida a este pueblo, y lo más importante, poniendo en cada uno de vuestros hijos una pequeña semilla de afecto hacia mí y hacia nuestro pueblo. Tal vez, a alguno de ellos, la vida le conceda venir a vivir con nosotros.
Quiero dar un beso enorme a mis últimos alumnos; Gonzalo, Leire, Javier, Alejandro, Aritz y Leyre, por haber prolongado mi vida hasta este día. Nos ha tocado un final de curso bastante extraño, pero os habéis portado como campeones y habéis conseguido aprovechar las clases hasta el final. No esperaba menos de vosotros, porque así os hemos educado. Habéis sido constantes, aplicados, pacientes y responsables. ¡Mis pequeños han madurado! ¡Estoy orgullosa de vosotros!
Mis queridos profesores. ¡Tengo tanto que agradeceros! Vosotros habéis sido mis mejores colaboradores. Les habéis dado los conocimientos y las bases, para conseguir que de aquí salieran personas de provecho, aplicadas, seguras de sí mismas y sobre todo, buenas personas.
También a vosotros la vida os ha traído y llevado, pero cada uno habéis dejado aquí un trocito de vuestra alma. Soy consciente de que tanto yo como los habitantes de este pueblo, os hemos calado hondo y durante toda la vida nos llevaréis en un rinconcito de vuestros corazones.
Me gustaría hacer una mención especial para profesores como Izaskun, que tras varios años fuera de aquí, sigue manteniendo el contacto y enseñando a sus propios hijos ese rinconcito de su corazón donde está escrito mi nombre.
También para Fernando y Ana, que año tras año, incluso cuando no es su obligación; vienen, nos animan, se involucran, nos acompañan y demuestran su cariño por nosotros. Se les ve que nos quieren… somos como su hermanita pequeña.
Mi querida María Luisa. Tú eres la que se merece mi mayor aplauso. Llegaste a mí para quedarte y acompañarme hasta el final. Hemos tenido la gran suerte de tenerte durante todos estos años y nos lo has dado todo. Tus conocimientos, tu implicación, tu dedicación, tu esfuerzo, tu lucha, y sobre todo, tu cariño. Cada día, he escuchado a madres y padres decir que sentías a tus alumnos como si fueran tus propios hijos y creo, sinceramente, que no se equivocaban. Los has educado desde pequeñitos y has hecho de ellos unas personas excelentes, pero además de eso, les has consolado y ayudado en los malos momentos, te has preocupado por su bienestar y por sus sentimientos y os habéis reído juntos en los buenos momentos. Por todo esto, ellos también sienten que tú eres su segunda madre y te quieren como tal. ¡Enhorabuena María Luisa!
Bueno, toca despedirme. Hoy se cierran mis puertas, pero no del todo. Aún tendré la suerte de seguir viendo a mis alumnos y alumnas en las celebraciones de San Nicolás y Santa Lucía y por supuesto cualquier día jugando en mi patio.
¡Quién sabe! Tal vez, dentro de unos años, la vida nos conceda el volver a abrir mis puertas y de nuevo escuchar las risas y el bullicio de niños y niñas saliendo por ellas.
Muchas gracias a todos y hasta luego. ¡Os quiero!
Escuela de Sada